18 de febrero de 2012

Post-S.O.P.A.

Innovación, arte y “piratería”

Aunque la S.O.P.A. ha sido congelada de momento, el debate sobre "derechos" de propiedad y regulación de Internet no ha terminado. Ni debe terminar. En los últimos días, tanto América Economía como The Economist han publicado artículos sobre la post-S.O.P.A. y recopilan varios de los argumentos en debate (otras visiones se pueden encontrar por ejemplo, en lo referente a Gobernanza del Internet). Esta reflexión busca aportar algunos criterios desde una mirada económica a la discusión sobre "propiedad" intelectual y "piratería".

Proteger la propiedad intelectual y las patentes, desde la lógica económica, busca incentivar la innovación (asumimos que es buena, creo que hay acuerdo en esto). El conocimiento y las artes son bienes públicos, en la medida que no son exclusivos ni rivales. No hay nada que hacer con la rivalidad, ya que una canción, una pintura, un artículo académico o un “proceso” pueden ser escuchados, observados, leídos o utilizados al mismo tiempo por varias personas. Los “derechos” de propiedad y las patentes son la forma de generar exclusividad. Es decir, restringir el acceso, poniendo un precio. Claro, la efectividad depende de la forma en que se proteja este “derecho”.

Otra alternativa para garantizar la generación de estos bienes (cuando son deseables) es la provisión pública. Pero esto lo dejo, para no desviar el argumento central. Detrás de los “derechos” de propiedad hay una lógica de comportamiento. En un mundo de agentes maximizadores de dinero, nadie hará algo que no le genere réditos económicos. Pero también hay un argumento “ético”. Todos/as tenemos el “derecho” de que se nos reconozca nuestro esfuerzo. Algunos/as  (quienes ponen  recursos pero no el esfuerzo) aumentan el riesgo financiero.

Se debe tener presente que la razón para generar derechos de propiedad es garantizar que se produzcan ciertos bienes (ciencia, tecnología, arte, entre otro). El argumento de que un reconocimiento monetario es indispensable, no es verdad. Ciencia, tecnología y arte se ha hecho y se sigue haciendo por motivos que van más allá de la ambición por el dinero. Sin embargo, aunque no es indispensable si es necesario. Científicos y artistas (como todos/as) tienen el derecho a que se valore su esfuerzo y a obtener los medios para una vida digna. De lo contrario cambiarán de oficio, aunque sea parcialmente. El problema se da cuando el “precio” (en dinero) se fija muy por encima del “valor”, y entonces los/as “usuarios/as” no pagan, o no quieren pagar. Este parece ser el escenario, agravado por el Internet como medio que facilita el intercambio y acceso a ciencia, tecnología y arte. También a otras cosas y a mucha “basura”, pero eso es otro tema.

Artistas, en el caso de la música, pueden responder mediante presentación en vivo. Donde hay mucho más esfuerzo que en el correspondiente a la enésima copia de un CD. La producción y la primera copia, sin duda tienen mucho esfuerzo. En la danza y el teatro, la pintura, la arquitectura y la escultura, es evidente que un vídeo o una foto no se comparan con la obra. En el caso de la literatura, aunque existen copias de muchas obras disponibles en Internet las librerías siguen llenas. De la misma manera, los cines se siguen llenando a pesar de que adquirir una película (en copia “no oficial”) cuesta muy poco. Ahora bien, todo esto para quienes disponen de los recursos para acceder. El acceso al arte y el apoyo a los/as artistas debe ser garantizado desde lo público a fin de evitar barreras económicas (en producción y acceso). En este sentido, el argumento sobre la necesidad de fortalecer la protección de los “derechos” de propiedad, para garantizar el arte y el reconocimiento a los/as artistas por su esfuerzo, puede ser debatido.

El problema actual con las artes, en especial el cine y la música, no se da por los/as artistas. Quienes buscan, mayoritariamente, fortalecer la protección a los “derechos” de propiedad son grupos económicos multimillonarios (vale señalar que están ligados a artistas millonarios, en su mayoría). Son las grandes disqueras y estudios cinematográficos que a pesar de romper records en ventas cada año, pretenden seguir una lógica de maximización (de dinero) sin fin. Que quede claro que sus dueños/as no pueden quejarse sobre su estándar de vida, ni el nivel de incentivos que tienen para seguir produciendo (¿quieren más?).

El problema se genera cuando la lógica de promover el arte se pierde, y se reemplaza por la lógica de hacer dinero. Es tan perverso que se llega a plantear la criminalización (y el titulo de “piratería”) del acceso “no oficial” a música, series de televisión y películas, entre otros. Esta idea pone al “derecho” de propiedad intelectual, sobre el derecho a la libertad. Ridículo.

Lo peor, es que los/as principales interesados/as no son los que ponen el esfuerzo, sino los que “ponen” los “recursos”. Es evidente que se debe reformular la regulación sobre “derechos” de propiedad intelectual, en lo concerniente a las artes, para evitar abusos, establecer límites, proteger a los/as artistas, generar incentivos y promover el acceso por encima de la acumulación de dinero. Vale señalar, que el arte se promueve generando acceso, compartiendo, influyendo, inspirando, criticando. Además, el arte no puede y no debe ser beneficio solo de quienes pueden pagar. Eso radicaliza la exclusión.

En cuanto a ciencia y tecnología el tema tiene otras aristas, otro tipo de necesidades y riesgos. No son mayores ni menores, pero diferentes. Se debe promover desde lo público y lo privado para garantizar un ambiente de permanente innovación que sirva al desarrollo. Si bien esto no estaba en debate actual, tiene  relación con el argumento de la reflexión. En ciencia y tecnología la discusión debe ir hacia los mecanismos de promoción, y el enfoque entre ciencia y tecnología para el desarrollo o para la acumulación de riqueza como proyectos de inversión. Pueden ser compatibles. Pero se debe regular los límites y garantizar el acceso.

Se puede argumentar que mayor innovación se logra mientras más se comparte y difunde. Flexibilizar el acceso, si bien puede desmotivar la inversión, de unos pocos privados (grandes) también logra que nuevos actores empiecen a innovar. En el mediano y largo plazo más innovación se puede lograr con mayor numero de innovadores que con pocos (aunque grandes). Además es un tema de democratizar la economía, romper barreras de entrada y garantizar equidad de oportunidades. Cerrar las brechas de innovación entre regiones y países pasa por procesos de transferencia.

Finalmente, la innovación no se promueve solo por inversión privada (aunque es importante). Lo público debe fomentar la innovación mediante inversión directa, alianzas públicas privadas y generando el marco de regulación adecuado. Las universidades son un espacio natural para la innovación. Se debe pensar a las universidades como centros científicos y no solo como aulas de clase.

No hay una conclusión final sobre los "derechos" de propiedad intelectual, y menos desde una mirada rápida de ciertos argumentos. El tema requiere mayor profundización y evidencia (se puede encontrar en Internet, gracias al libre acceso). La conclusión dependerá de los objetivos, prioridades y valores que se determinen como sociedad. En cualquier caso es claro que se debe actuar ante iniciativas como la S.O.P.A., que lo único que defienden es el interés rentista de ciertos grupos económicos.

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